A partir de la modernización y el progresivo avance de las TIC, se ha producido una desestructuración de los valores tradicionales en las distintas sociedades. La razón es sencilla: las tecnologías han inferido en la educación. Nacemos prácticamente con un ordenador, e Internet nos acompaña de forma paralela a nuestro crecimiento.
La dependencia que hemos desarrollado hacia las nuevas tecnologías puede llegar a ser preocupante. Einstein dijo ‘temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad.
El mundo solo tendrá una generación de idiotas’. Pues el momento ya ha llegado. Ahora aprovechamos nuestras salidas para tener conversaciones insustanciales con los que están lejos mientras ignoramos a los presentes, pasamos horas delante de los apuntes mientras nos entretenemos en Internet y hacer ver al mundo lo felices que somos a través de redes sociales es más importante que ser feliz de verdad. En nuestra casa nos aislamos, nos ponemos los cascos, cogemos el portátil y somos incapaces de tener una conversación con nuestra familia. Es una pérdida de tiempo enorme, y una forma de aislamiento aún mayor. Esto es fácil de observar en aquellos adictos a los juegos de roll u online, que son capaces de estar doce horas mirando una pantalla, sin salir de sus habitaciones y con los ojos inyectados en sangre por el cansancio.
Pero bien, los problemas no se quedan aquí. Además del nivel
individual y en el plano social, las TIC tienen muchas características mal
adaptantes a nuestro mundo. Por un lado tenemos el desarrollo desigual de las
distintas sociedades, que mientras los ricos se enriquecen, los pobres
empobrecen y quedan al margen de lo que conocemos como ‘’primer mundo’’. La
diferencia cada vez es mayor, más difícil de salvar. Aquellos que tienen el
poder de remediar esta situación no lo hacen porque no le conviene, y es que
los nuevos valores que han llegado con el desarrollo tecnológico han
predominado sobre los tradicionales. Ahora buscamos el lucro sin importar el
prójimo. Se puede decir que ‘lo que para algunos son autopistas de la
información, para otros apenas son caminos de tierra’.
Por otro lado está la contaminación, un problema de máxima
urgencia. Actualmente 2,5 billones de personas hacen uso de Internet, una cifra
que crece por todo el mundo. Este crecimiento requiere de medidas de obtención
de energías comprometidas con el medio ambiente. No todo el mundo sabe que los
servicios de almacén de Internet están impulsados por electricidad y requieren
de combustibles fósiles contaminantes (gas natural y carbón). Estas
circunstancias no hacen más que favorecer al calentamiento global, que junto al
resto de sectores de la industria, está aumentando drásticamente.
No pretendemos menospreciar los grandes avances que se han
conseguido gracias a las TICs, ni la aportación que han hecho a nuestras
sociedades. Aun así debemos tener una actitud crítica y plantearnos si ha
merecido la pena, si todos estos avances tienen mayor valor que las
consecuencias. Pensar en eliminar las TICs es imposible, de eso no cabe duda,
pero tiene que haber una forma de avanzar en las tecnologías sin retroceder en
los demás aspectos.
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